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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Esperar por los frutos de las reformas

Las recomendaciones que el secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría, entregó ayer al Gobierno español constituyen una vuelta de tuerca -o incluso dos- sobre las reformas ya aprobadas hasta el momento por el Ejecutivo. A grandes rasgos, el informe del organismo presenta tres grandes propuestas: una mayor subida impositiva, la introducción de más flexibilidad en el mercado laboral y un endurecimiento en las condiciones de acceso al sistema de pensiones. En el primer apartado, la OCDE felicita a España por el incremento del IVA, pero considera que no es suficiente. Pese a que el ritmo de subidas tributarias del Gobierno asciende a una media de dos al mes durante los dos últimos años, el organismo recuerda que España tiene margen: margen para elevar la carga impositiva del turismo, margen para eliminar las deducciones por aportaciones a planes de pensiones y margen también para hacer retroactiva la eliminación de la deducción por compra de vivienda aprobada por el Gobierno. Otro tanto ocurre con la reforma laboral. Constituye un paso adelante, sí, pero es necesario dar dos. Así, el informe aconseja la creación de un contrato único como fórmula para abaratar el despido y acabar con la dualidad temporal/indefinido, así como la eliminación de los convenios sectoriales nacionales y la reforma de las pensiones de viudedad y del cálculo de las prestaciones por jubilación. En resumen: más impuestos, mayores recortes, más flexibilización.

La respuesta del Gobierno a las propuestas de la OCDE ha sido que el trabajo está hecho y que España ha apurado ya sus deberes en materia fiscal y laboral. El Ejecutivo tiene razón al recordar que las cuatro grandes reformas emprendidas hasta ahora -financiera, del mercado de trabajo, del mercado de bienes y servicios y de equilibrio fiscal- apenas han echado a andar y apenas, por tanto, han comenzado a dar frutos. Todas constituyen cambios estructurales y profundos para la economía española. Todas son apretadas vueltas de tuerca que han requerido un esfuerzo extraordinario y han supuesto -y continúan suponiendo- una elevada dosis de sacrificio por parte de la ciudadanía y las empresas.

Sin duda España tiene pendientes reformas y mejoras para aumentar su competitividad, pero el severo empujón dado por el Gobierno y soportado por todos los españoles constituye de momento una dosis suficiente. Con un consumo interno bajo mínimos, medidas como elevar el IVA del turismo no parecen lo más acertado en la coyuntura actual. Es hora de levantar con cautela el pie del acelerador y concentrarse en esperar los primeros cambios de paisaje.

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