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Columna
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La difícil unión bancaria

La unión bancaria europea sigue encontrando obstáculos. El punto de desencuentro básico es cuántos bancos deberán ser regulados por el BCE. La Comisión Europea (CE) prevé que este tenga autoridad sobre todos los bancos. Pero Alemania, cuyas entidades de ahorro están bien conectadas políticamente, solo quiere que sean cubiertos los bancos importantes. La postura de la Comisión es sólida: muchos pequeños bancos de Irlanda, Grecia, España y Chipre han causado estragos en la crisis. Pero Alemania tiene una influencia enorme en los Consejos Europeos.

Un segundo punto de fricción trata de la celeridad con la que los bancos en problemas se pondrán bajo la tutela del BCE. La CE quiere que sea a partir del próximo año. Es correcto impulsar una acción rápida, y solo será entonces cuando el Mecanismo Europeo de Estabilidad estará disponible para tomar participaciones en el capital de las entidades. Por desgracia, Alemania quiere más tiempo, quizá porque no quiere que sus contribuyentes inyecten dinero en bancos extranjeros antes de las elecciones de 2013.

Un tercer aspecto será cómo los 10 miembros de la Unión Europea que no están en la eurozona, en especial Reino Unido, dirán sí al plan. Pese a que sus bancos no tendrán que someterse a la supervisión del BCE, están preocupados de que puedan ser derrotados si los países de la eurozona deciden conjuntamente establecer estas reglas en la UE. La CE ha intentado a medias abordar estas preocupaciones aumentando el poder de la Autoridad Bancaria Europea, que supervisa la implementación de las reglas bancarias en toda la UE.

Y además de todo, la CE ha retrasado otros puntos controvertidos de su unión bancaria: cómo funcionará la garantía de depósitos y cómo serán liquidados algunos bancos. La nueva supervisión debería estar lista para finales de año. Será difícil que sea en esa fecha. Pero incluso si es posible, el nuevo sistema podría ser diferente al que quiere la CE.

Por George Hay

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