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El Foco
Tribuna
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Días D para la eurozona

Preservar la eurozona. Ejercicio complejo el que tienen que afrontar los políticos europeos en los próximos meses. El autor repasa los deberes de los líderes y lo que sería deseable en España.

El 6 de junio se cumple el sexagésimo octavo aniversario del desembarco aliado en las playas de Normandía, el famoso día D, que doblegó la resistencia nazi y abrió el camino a la derrota definitiva del fascismo. Aunque el enemigo es más etéreo en la actualidad, Europa se enfrenta durante junio y los meses venideros a varios días D en su pugna por preservar la eurozona. El 6 de junio, el Banco Central Europeo celebra una reunión decisiva. Franceses y griegos acudirán a las urnas el 17 de junio para elegir a sus respectivos Parlamentos. Irlanda se pronuncia en referéndum sobre la unión fiscal. A finales de junio, los auditores externos presentarán su informe sobre la situación de las entidades financieras españolas. En los próximos tres meses, España deberá refinanciar 38.000 millones de euros de deuda, y otros 28.000 millones antes de finales de octubre. El calendario durante el resto del año estará jalonado igualmente de innumerables plazos para presentar planes y medidas de consolidación fiscal a la Comisión Europea por parte de todos los integrantes de la eurozona y al FMI/BCE/UE por parte de los tres países intervenidos, Grecia, Irlanda y Portugal.

Al igual que los grandes generales, los líderes de las instituciones europeas y de las principales potencias de la eurozona deberán actuar con valor y decisión, pero evitando victorias pírricas o abrir demasiados frentes. Ha llegado la hora de la concreción en Europa a todos los niveles. Es incuestionable que los políticos europeos han ido siempre a la zaga de los acontecimientos desde que el ex primer ministro griego Papandreu reconoció, tras la victoria electoral del Pasok a finales de 2009, que su país se hallaba sumido en la corrupción y su contabilidad nacional había sido falseada. Pero no lo es menos que solventar la deuda y pérdida de competitividad acumulada por los países periféricos en una unión económica y monetaria mal diseñada es un ejercicio complejo.

En los próximos meses, la UE, 27 democracias y 500 millones de habitantes que integran el mayor mercado común y primera potencia mundial en volumen de PIB, deberá negociar la distribución del billón de euros de sus presupuestos para el periodo 2014-2020. Debemos pedir y desear a nuestros actuales líderes el máximo acierto. La supervivencia de una unión monetaria de 300 millones de personas está en juego. Deben actuar con decisión pero evitar operaciones precipitadas y mal planificadas -cómo les sucedió a los aliados en los Países Bajos con la operación Market Garden, el famoso puente demasiado lejano-.

En el frente político, se puede recuperar el consenso perdido tras las victorias de Hollande y de los partidos radicales en Grecia. Esperemos que Nueva Democracia, que registra un 28% en las encuestas, el Pasok y un tercer partido prorrescate puedan conseguir mayoría parlamentaria tras el 17 de junio. Grecia acumula una deuda total exterior de 360.000 millones de euros. Si no se constituye un Gobierno prorreformas, una salida precipitada e inevitable de Grecia de la eurozona podría provocar un descenso de hasta un 7% del PIB griego. La cumbre europea de junio debe concretar la financiación del BEI, los bonos proyecto y el empleo de los fondos estructurales, regionales y de cohesión para generar crecimiento y empleo en las economías de la eurozona que padecen mayor desempleo (España, Grecia, Irlanda y Portugal).

Una presumible victoria socialista en las legislativas francesas y una agenda de crecimiento incorporada al pacto fiscal devolverá la sensatez a Hollande, que debe recordar que ganó por la mínima a Sarkozy y no tiene un mandato para reabrir la unión fiscal que laboriosamente se forjó durante más de un año. Tras la tan prometida normalidad y críticas a la política exterior hiperactiva de Sarkozy, preocupa que Hollande quiera liderar ahora una intervención en Siria. Debe encontrarse la manera de propiciar la caída del genocida régimen de Assad, pero la eurozona tiene ahora retos internos existenciales. El BCE deberá esperar al escenario poselectoral griego para decidir el calibre de la munición que despliega. Más parálisis en Grecia exigiría otra LTRO o inyección de 500.000 millones de euros para frenar el aumento de la prima de riesgo española e italiana. Con un Gobierno prorrescate en Atenas quizás sea suficiente una LTRO menor o compras de deuda soberana en el mercado secundario. España e Italia no pueden pagar más de un 6% por sus bonos a 10 años durante meses, pero recordemos que Italia superó el 7% durante semanas a finales de 2011.

En España, el Gobierno debe aprovechar la pausa estival en su acertado programa de reformas estructurales y medidas de ajuste (reforma laboral, consolidación del sistema financiero, código de buen gobierno para penalizar la mala gestión de los recursos públicos, traslado de algunos festivos a lunes, racionalización del gasto sanitario y en educación, aumentos selectivos de impuestos, avales del ICO a las comunidades autónomas, simplificación de trámites para la apertura de comercios) para explicar con pedagogía a una opinión pública cansada de la crisis y desorientada por la demagogia de la oposición la necesidad y resultados que conseguirá el programa de transformación económico e institucional que ha emprendido. No dependemos solo de nosotros. La Comisión Europea nos dará hasta un año adicional para cumplir con el objetivo de déficit del 3%. España deberá aceptar fondos europeos para su sistema financiero si se agrava la crisis e incluso una programa de rescate del FMI no constituiría una humillación (Reino Unido tuvo que recurrir a él en 1976).

Pero la sociedad española ha demostrado en el pasado su capacidad de asumir sacrificios. El consenso con el PSOE (constatado el apoyo de CiU a algunas reformas económicas) es deseable. Pero el Gobierno cuenta con una mayoría absoluta, más de tres años de legislatura por delante, una mayoría de comunidades autónomas gobernadas por el PP y una mayoría de países de la UE gobernados por el centro-derecha. Debe proseguir con su calendario de reformas, que incluye el restablecimiento de la unidad de mercado y la supresión de subvenciones. También debería plantearse la construcción de nuevas centrales nucleares (en Europa no acontecen tsunamis).

La mayoría silenciosa en España (no la oposición ruidosa de pandereta y eslogan) está demostrando una gran entereza y capacidad de sacrificio. Es descorazonador constatar el sufrimiento de muchas familias españolas. La reformas liberarán recursos que generarán crecimiento y empleo. Para vencer a la crisis, como en cualquier contienda, un mayor esfuerzo garantiza un mayor control del destino propio.

Alexandre Muns Rubiol. Profesor de la Escuela Superior de Comercio Internacional, Universidad Pompeu Fabra

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