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Otra opción barajada es que la petrolera venda su 30% de la gasística

Repsol se plantea fusionarse con Gas Natural para capear la crisis de YPF

La debilidad de Repsol tras el expolio de YPF pone en peligro a Gas Natural, la filial cuyo control comparte con la La Caixa. Para evitar una opa hostil, la entidad, a su vez primer accionista de Repsol, baraja una fusión de Gas Natural con la petrolera o que esta venda su 30%.

Los accionistas de Repsol son conscientes de que deben actuar con rapidez para proteger a Repsol y, sobre todo, a Gas Natural Fenosa, de cualquier operación hostil ante la vulnerabilidad de la petrolera tras la confiscación de YPF. Así, su principal accionista, La Caixa, con el 13%, tiene encima de la mesa dos opciones defensivas: una fusión por absorción de Gas Natural por Repsol o la venta de la participación que la petrolera tiene en su filial, un 30,01%, según confirman fuentes solventes.

En este último caso, la idea es que con los fondos obtenidos, la petrolera que preside Antonio Brufau pueda comprar una petrolera de tamaño medio (quizás, la portuguesa Galp) que compensaría parte del cuerpo perdido con el expolio en el Cono Sur.

El viejo y recurrente proyecto de fusión de las dos compañías podría hacerse ahora realidad y las protegería ante una incursión hostil. Eso sí, la operación conllevaría una pérdida de valor para Gas Natural y exigiría una opa. Las acciones de Repsol (a 14,45 euros ayer) deberían canjearse por un valor inferior a las de Gas Natural (10,63 euros). La sede del nuevo grupo estaría en Barcelona.

De optarse por que Repsol venda las acciones de su filial, aunque no resulta el mejor momento, La Caixa se libraría de un posible socio no deseado en Gas Natural. En cualquier caso, se rompería el histórico pacto accionarial que les ha permitido controlar el consejo y gestionar la compañía durante años. Entre los dos accionistas controlan un 65,3% del capital de la filial, por lo que, si Repsol vende su parte, la entidad se quedaría con un 35,27%.

Sea cual sea la solución que se adopte, los expertos consideran que debe llevarse ya a la junta de Repsol convocada el 31 de mayo. Con la expropiación de YPF por el Gobierno argentino, Repsol ha perdido casi un tercio de su ebitda (1.231 millones el año pasado); la mitad de sus reservas (unos mil millones de barriles diarios) y se le han esfumado las expectativas creadas con el gran descubrimiento de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta (22.807 millones de barriles equivalentes de petróleo corresponden a YPF).

Y, lo más grave de la situación, el rating de la petrolera ha descendido hasta la frontera del bono basura (Standard & Poor's ha situado la calificación crediticia a largo plazo desde BBB a BBB-, con perspectiva negativa), lo que le encarecerá su acceso al crédito para abordar sus proyectos de upstream en el mundo. También en Bolsa el valor ha descendido casi un 40% en lo que va de año, lo que ha reducido su capitalización a los 17.648 millones de euros.

El hecho de que los accionistas busquen una solución urgente (Pemex tiene un 9,5% y Sacyr otro 10%) vendría a demostrar las escasas esperanzas de que el arbitraje internacional contra Argentina permita a Repsol cobrar un justiprecio. Al menos, a corto o medio plazo y siempre con un conflicto político de por medio. No se descarta, no obstante una negociación bajo cuerda del Gobierno español.

Los abogados del Estado argentino buscan pruebas de soborno o de delito medioambiental (las denuncias en este caso se remontan a 2008) para librarse de pagar dólar alguno por la malhadada petrolera.

Descartada una ampliación de capital

Una de las opciones que se han barajado para fortalecer la maltrecha caja de Repsol es una ampliación de capital, que se habría aprobado en la junta del 31 de mayo. Sin embargo, fuentes accionariales aseguran que esta posibilidad "no está encima de la mesa". Los accionistas (aunque los paquetes de La Caixa, Pemex y Sacyr son similares, es la entidad la que controla el consejo de Repsol) no están dispuestos a diluirse en una ampliación de capital que, visto lo visto, no quieren costear.Sin embargo, Repsol reconoce que existe otras vías de refuerzo financiero a las que podría recurrir, como ofrecer a los tenedores de acciones preferentes (valoradas en 3.000 millones de euros) un canje de dichas acciones por bonos convertibles obligatorios. De esta manera, la petrolera se aseguraría el mantenimiento "de la calificación de grado de inversión". Mantener el rating, que está solo un escalón por encima del bono basura, es esencial para evitar un encarecimiento del crédito y suponen una traba para colocar su deuda. Hay quien considera que este canje equivaldría a una ampliación de capital, aunque tiene el inconveniente de que es voluntario.Algunos analistas opinan que la compañía, dada su delicada situación, no debería repartir dividendo este año, ni siquiera flexible. Un informe del Santander considera que ofrece buenas expectativas de producción gracias a su diversificación geográfica y que puede mantener un flujo de dividendos. Este valora Repsol un 17% por encima del precio actual, sin contar con que cobre algo por YPF ni recupere el préstamo de Eskenazi.

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