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Columna
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Un bumerán contra el Ejecutivo holandés

Wie op het Boter Hoofd heeft, Moet uit de Zon blijven". El proverbio holandés es particularmente apropiado para el Gobierno de centro-derecha del país, que se ha derrumbado tras no poder alcanzar un acuerdo sobre los grandes recortes presupuestarios. En español se traduciría: "Si tienes mantequilla en la cabeza, aléjate del sol". No hace mucho tiempo, los holandeses estaban entre los más severos defensores de la disciplina presupuestaria en la zona euro.

A medida que la crisis se intensificó el pasado otoño, el primer ministro del país y el ministro de Finanzas argumentaron que los Estados que no logren controlar sus déficits deben afrontar la supervisión externa, las multas o incluso la expulsión de la moneda única. Ese compromiso con el rigor fiscal en el exterior se ha visto socavado por la economía y la política internas.

Holanda ha sido duramente golpeada por la desaceleración: el crecimiento se revirtió en el cuarto trimestre de 2011 y el Fondo Monetario Internacional prevé que la economía holandesa sea la única en el corazón de la zona euro que soportará una recesión este año. Ello pone al país en peligro de incumplir los objetivos de déficit y ha obligado a plantear más austeridad. Sin embargo, los recortes previstos han resultado demasiado duros para la frágil coalición liberal-cristianodemócrata y para el Partido de la Libertad de Geert Wilders, de cuyo apoyo dependía el Gobierno. Las elecciones ahora parecen probables, posiblemente incluso a mediados de julio. Los últimos problemas han empujado el diferencial entre el bono holandés y el alemán a 10 años a su mayor nivel de los últimos tres años. Pese a ello, una crisis fiscal inmediata parece poco probable.

Si los partidos de la oposición se prestan, el Parlamento podría improvisar un presupuesto para 2013 antes del verano. Esto ayudaría a evitar una reprimenda de Bruselas y de las agencias de calificación. E incluso si el déficit se mantiene por encima del límite del 3% a Holanda, que tiene una relación de deuda sobre PIB de solo el 65%, les queda un largo camino para unirse a los rezagados periféricos de la zona euro. Una preocupación mayor es si las elecciones llevarán a un nuevo consenso político. Aunque el apoyo a Wilders se ha reducido, las encuestas sugieren que el ala izquierda del Partido Socialista, que ha hecho campaña en contra de las políticas de austeridad de la zona euro, puede convertirse en el segundo grupo en el Parlamento.

Por Peter Thal Larsen

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