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Joaquín Torres. Arquitecto

"La profesión se ha vendido, hay que saber decir no"

El responsable del estudio A-Cero reivindica una mayor implicación de sus colegas con el urbanismo

Su rostro resulta inusualmente conocido para un miembro de una profesión liberal como es la arquitectura. Ello se debe en parte a que Joaquín Torres (Barcelona, 1970) se ha prodigado por algunos programas de televisión. Y a que su estudio, A-Cero, cuenta con clientes de la talla de Cristiano Ronaldo, Carlos Sainz o Penélope Cruz. Torres reflexiona con CincoDías acerca de la profesión que ejerce y tanto le apasiona.

¿Cómo ha evolucionado la arquitectura en los últimos años, a tenor de la crisis?

Creo que no ha habido demasiados cambios. Los arquitectos no hemos establecido un suficiente nivel de autocrítica.

"El futuro está en la construcción industrial. No se puede seguir haciendo casas como en el siglo XIX"

¿A qué tipo de cambios se refiere?

Creo que habría que cambiar profundamente la imagen que se tiene de la arquitectura como una profesión elitista, prepotente, alejada del cliente. Los arquitectos tenemos que aproximarnos más a la sociedad, ser más conscientes de los problemas y de las necesidades reales y tener una actitud más cercana a los clientes. Parece que hemos olvidado que nuestros proyectos hacen ciudad, que tenemos responsabilidad en el urbanismo que nos rodea.

Pero hay quien no puede permitirse el rechazar un proyecto...

Estamos bien formados y tenemos herramientas para evitar la arquitectura pastiche que hay en esta ciudad por Madrid. Nos hemos vendido de una manera fácil. Yo he tenido que decir que no a muchas cosas. Para llegar hasta aquí he tenido que pasar años muy duros. Decidí no hacer lo que no estaba dispuesto a hacer.

¿Qué opina del calificativo arquitecto de los famosos que se suele asociar con usted?

Me cansa un poco. Pero es una cosa del momento, todo pasa. Al final lo que trasciende es la obra, no el personaje. Aunque entiendo que a la gente le interese saber dónde vive la gente conocida.

¿Ha notado cambios en las exigencias de sus clientes?

La gente conoce nuestro estudio y viene buscando nuestra marca. Tienen la seguridad de que hay una calidad detrás, se sienten seguros. Eso es lo que más notamos: cada vez cuestionan menos lo que hacemos.

En cuanto al uso de materiales, ¿la crisis le ha hecho modificar algo?

Ahora se está haciendo más investigación. Nosotros estamos apostando mucho por arquitectura industrializada o prefabricada. No tiene mucho sentido construir de forma artesanal, como se hacía en el siglo XIX. La construcción es un sector muy estancado, en parte debido a que hay intereses muy fuertes para que ello sea así: altas inversiones en maquinarias, desarrollos, etcétera. Y eso va a tener que cambiar, seguro. Hoy día, en Japón, más del 40% de la arquitectura es industrializada. Nosotros hemos sacado al mercado unas vigas prefabricadas que están funcionando muy bien. También es verdad que hay que luchar contra el estigma de la prefabricación, que la gente asocia a las casitas de madera. No tiene nada que ver con eso.

¿Cuál sería su proyecto soñado y de cuál de los que ha realizado está más orgulloso?

Por autodisciplina, siempre estoy convencido de que el mejor proyecto posible es el que tengo encima de la mesa. El disfrute está en el día a día y no me quiero perder nada por pensar en lo que podría llegar. En cuanto a los que más valoro, son en los que he estado más vinculado emocionalmente, como mis casas o el panteón de mi hermano.

¿Qué urbanización de lujo recomienda a un recién llegado a España?

Depende de la ciudad en la que uno trabaje. Al final, la elección debería estar guiada no tanto por la marca o el impacto en prensa de las urbanizaciones sino por su comunicación con el centro urbano o por los servicios de la zona.

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