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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un sacrificio centrado en el bolsillo medio

La decisión del Gobierno de elevar temporalmente la tributación sobre las rentas del trabajo afectará al conjunto de los contribuyentes españoles, pero recaerá principalmente sobre el bolsillo de las clases medias, que aportarán alrededor del 60% de los más de 4.000 millones de euros adicionales que Hacienda ha previsto recaudar. Si bien los ilustrativos y pedagógicos ejemplos utilizados por Cristóbal Montoro el pasado viernes resultan útiles para explicar sobre el terreno los efectos de este aumento en términos progresivos, es el análisis de la base imponible del IRPF -compuesta en un 60% por rentas de entre 16.000 y 51.000 euros- el que permite identificar sobre qué espaldas recaerá, en términos agregados, el grueso de este ajuste. Pese a ello, el hecho de que sean las rentas medias quienes soporten dos tercios de la subida no es una decisión arbitraria, sino un peaje obligado si se aspira -como es absolutamente necesario, dada la urgencia de la coyuntura económica- a obtener resultados significativos en términos recaudatorios. Un incremento impositivo centrado mayoritariamente en las rentas del trabajo más altas -como hizo el anterior Gobierno al elevar el IRPF a los contribuyentes con rentas superiores a 120.000 euros- resultaría, sin duda, más fácil de explicar a los ciudadanos, pero se saldaría con un montante recaudatorio sustancialmente menor. A ello hay que añadir el hecho de que en nuestro país la mayor parte de las rentas altas tributan por rendimientos de capital, no del trabajo, lo que resta todavía más utilidad a una subida del IRPF centrada solo en ese tipo de contribuyente.

La decisión del Gobierno, sin embargo, tendrá efectos especialmente adversos sobre el bolsillo de determinados contribuyentes, dada la disparidad que existe entre los tramos autonómicos del IRPF. Es el caso de los declarantes catalanes, que tras la subida se convertirán en los ciudadanos europeos que soportarán un mayor peso fiscal sobre las rentas del trabajo, con un tipo marginal máximo situado en un asfixiante 56%.

Aunque el anuncio realizado ayer por Cristóbal Montoro sobre la aprobación de nuevas medidas contra el déficit en el Consejo de Ministros del próximo jueves disparó las alarmas sobre una posible subida de los impuestos especiales, el titular de Hacienda y Administraciones Públicas insistió posteriormente en que por el momento no habrá más medidas de ajuste. Se confirme o no este extremo, es deseable que ese tercer Consejo de Ministros del Ejecutivo Rajoy apueste por una batería de medidas para incentivar la actividad económica, que continúa bajo mínimos y constituye la otra cara, fundamental, de la moneda que España se juega en esta crisis y sin la cual no se recuperará el imprescindible empleo.

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