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Un recorrido por la zona más canalla de la ciudad

Bilbao La Vieja, el Malasaña del norte

Imagen de Bilbao La Vieja
Imagen de Bilbao La Vieja

Droga, delincuencia, prostitución, inmigración ilegal, edificios en estado ruinoso,... Hasta hace unos años adentrarse en Bilbao La Vieja solo era apto para los más atrevidos. Los visitantes solían ser de dos tipos: aquellos despistados que no conocían el barrio o los que lo conocían demasiado bien. Era una zona dura y deprimida que vivía de espaldas a una ciudad que gracias al Museo Guggenheim empezaba deshacerse de ese aire industrial que tan bien retrataba la película El Pico. Sin embargo, esta imagen empieza a ser un mero recuerdo. Hoy empiezan a florecer los comercios, galerías de arte, restaurantes y bares de alterne que regentados por los más jóvenes intentan convertir 'lo viejo' en el Malasaña de la capital vizcaína.

El ejemplo más claro de la revolución vivida por este barrio es la Iglesia de La Merced. La edificación gótica, ya desacralizada, alberga en la actualidad la conocida sala de conciertos BilboRock, desde la cual pivota la vida cultural de la zona. Así, en las calles aledañas se pueden localizar varios talleres o galerías de arte, refugios de jóvenes artistas atraídos por el bajo coste de los alquileres. BilboArte en la calle Urrazurrutia o Galería Espacio Abisal en Hernán son solo dos ejemplos.

El comercio es otro de los pilares. Los negocios más modernos y alternativos se localizan en las calles Lamana o Dos de Mayo. De hecho, en esta última se desarrolla los primeros sábados de mes un mercadillo organizado por los tenderos del barrio. En alguno de sus puestos seguramente estarán Iratxe Ostolozaga y Olatz Eskiroz que de lunes a viernes regentan Traka Barraka (Dos de Mayo, 19), colorida tienda en la que ofrecen sus innovadores diseños. Aunque si lo que se quiere es cultivar el intelecto basta con dar un par de pasos y localizar la librería Litterae Mundi (Dos de Mayo, 16).

Y para cuando empiece a apretar el hambre, apunten un nombre: el Ogeitahamairu de la calle Bailén. En un sobrio local de reminiscencias fabriles podrán saborear las nuevas tendencias de la cocina por un precio más que aceptable. Aunque si lo que gusta es lo tradicional y el bolsillo está un poco más lleno, camine un poco y busque el Perro Chico ( Aretxaga, 2). Sus 113 años de historia avalan un menú en que el bacalao al pil pil y las verduras son un clásico.

Echada la noche, el lado canalla del barrio sale a relucir y para rebajar los excesos gastronómicos está el Bullit (Dos de Mayo, 3). Una copa acompañada de los mejores éxitos del funk o soul del momento en un club que se asemeja al garaje de nuestro padre se plantea como uno de los planes más populares. Aunque si tras salir de este club siguen las ganas de fiesta, siempre quedarán el Conjunto Vacío (Muelle de la Merced, 3) o el Balcón de la Lola (Bailén, 10). Dos populares discotecas de público variopinto en los que nadie se preocupará de la hora que es. Al igual que el barrio madrileño al que cada vez intenta parecerse más, Bilbao La Vieja tampoco duerme.

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