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Un par de jóvenes ejecutivos de cuidado

æpermil;sta es la lamentable historia de dos ejecutivos de dos empresas de un mismo sector. Uno pertenece a una organización española, consolidada y con reputación mundial. El otro trabaja a tiempo parcial en una empresa en fase de despegue, con un largo prometedor futuro si saben encauzarla. Ambos podrían ser envidiados en estos momentos por su situación laboral. El primero tiene un total desconocimiento de lo que le ha costado a la marca para la que trabaja conseguir un lugar de prestigio. Durante años fue despreciada y ninguneada por sus más firmes competidores, con algunas campañas de desprestigio manejadas por una comparsa de seguidores afines siempre a los dictados que marcan los líderes y sin cintura para dar cabida a nuevos actores empresariales. A pesar de todas estas dificultades, la empresa a la que me refiero fue expandiéndose poco a poco y no estuvo sola. Contó con otros apoyos, modestos pero muy dignos, que desgraciadamente ahora no son valorados, sino más bien despreciados, por el citado ejecutivo, que actúa como si fuera un nuevo rico, olvidándose de que el ADN de la empresa para la que trabaja poco tiene que ver con sus malas prácticas, trampas e indiscreciones. Este pobre chico sólo quiere rodearse de líderes y si no lo eres no tienes ninguna oportunidad. Me dan pena este tipo de comportamientos porque hasta hace dos días su empresa tenía un perfil bajo. Lo importante que es en algunos casos la memoria histórica.

El otro caso es el del ejecutivo charlatán, que ha sido contratado a tiempo parcial por una empresa y se cree el ombligo del mundo, a pesar de que la institución para la que trabaja apenas tiene presencia en el mercado y hasta la fecha no ha sabido aprovechar las oportunidades que se le han presentado. Y el tiempo que no le dedica a su empresa, lo emplea en enredar. Ha descubierto que las nuevas tecnologías son un gran escaparate para soltar todo lo que se le ocurre, y a través de su página personal de Twitter se dedica a informar sobre lo que hacen las empresas de la competencia. Ejerce como gacetillero y se jacta de dar informaciones, según él en "exclusiva", de lo que le pasa a los vecinos que asisten perplejos a un espectáculo inédito hasta ahora. No se ha parado a pensar el daño que está ocasionando. Y debería, como me ha aconsejado esta semana un colega y amigo asturiano, contar por lo menos hasta diez antes de hacer las cosas. Gracias, paisano.

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