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Liderazgo

Cómo ganarse el respeto del equipo de trabajo

Una de las características que definen a un líder es la actitud positiva de los que le rodean

El respeto que tengan los miembros de un equipo por su superior es una de las claves que determinen si se trata de un auténtico líder. Este valor corresponde a una característica intrínseca al liderazgo y, si bien es fundamental para el buen curso de una organización, es algo que no se puede comprar, sino que hay que trabajar mucho para ganárselo. Una de las cuestiones principales que se deben tener en cuenta es que para infundir respeto un superior debe, por encima de todo, respetar a las personas a las que dirige. Si esto no se produce será imposible que se dé en el sentido contrario. La persona que dirige un grupo tiene varias formas de detectar si cuenta con el respeto de su equipo. Javier Fernández Aguado, presidente de la consultora especializada en servicios de alta dirección Mindvalue, destaca entre ellas el interés que tiene la gente por consultarle las cosas, no por miedo, sino porque creen que tiene algo que aportar y confían en su criterio.

¿Cómo se gana el respeto de aquellos a quienes se dirige? 'En primer lugar, con profesionalidad -declara Fernández Aguado-, es imprescindible que el líder cuente con habilidades directivas; además, debe saber repartir medallas y tener empatía con su gente'.

Profesional humano

Un buen líder debe contar con habilidades que proporcionen confianza a su equipo. La profesionalidad es clave. Sin embargo, no se puede olvidar de que en el trato con personas son igualmente importantes unas habilidades humanas y una serie de valores que potencien la motivación del grupo de trabajo. Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología y Pedagogía, afirma que son importantes las orientaciones humanas y productivas. 'æpermil;stas favorecen la implicación de todos. El líder que las usa se interesa por los problemas, necesidades y aspiraciones de los trabajadores y tiene expectativas realistas y positivas sobre el rendimiento. Su gestión, en definitiva, se basa en la racionalidad y en los procedimientos parlamentarios y consultivos', declara.

Uno de los problemas que pueden surgir en la relación entre un directivo y sus empleados es que no se encuentre el equilibrio entre la distancia que debe haber entre ellos. Una cercanía o una distancia excesiva pueden resultar igual de peligrosas. 'Demasiada cercanía puede ser invasiva y la larga distancia entre superior y subordinado puede romper la cadena comunicativa, convirtiendo a los empleados en eslabones inoperantes', declara Martínez-Otero.

En este sentido, según el experto, las relaciones laborales requieren una distancia interpersonal óptima, variable según las situaciones y atenta a la necesidad de inclusión de los trabajadores en la empresa, así como respetuosa de su autonomía.

Saber escuchar

El líder también tiene mucho que aprender de su equipo, o eso es lo que debería pensar un buen dirigente. 'Escuchar es esencial. Quien mejor conoce un negocio es precisamente quien está cerca de las trincheras', señala Javier Fernández Aguado.

Por su parte, el doctor en Psicología asegura que el líder ha de ser abierto y sensible, receptivo a las necesidades institucionales, personales y sociales.

A los trabajadores hay que hacerles partícipes y orientarles para encontrar una motivación en sus quehaceres profesionales; de esta manera, la relación entre un superior y sus subordinados será positiva y más productiva.

Los incentivos también son importantes

La mayoría de los expertos coinciden en la idea que promueve incentivar a los trabajadores, aunque existen diferentes visiones.Santiago Fernández Barrero, presidente del portal de desarrollo humano Puedesmás.com, asegura que los incentivos más importantes para el empleado son los psicoafectivo-sociales. 'El trabajador tiene que conocer la trascendencia de lo que hace y cuál es su función dentro de la empresa. Es el concepto de misión o propósito; si el empleado ve el fruto de su trabajo, la motivación será mayor', asegura.Según Javier Fernández Aguado, los incentivos deben tocar cuatro puntos claves para que sean verdaderamente productivos. En primer lugar, la parte retributiva como elemento motivador; después, la estructural, ya que una plana es desmotivadora; los hábitos de comportamiento, y cuidar la imagen corporativa. Todos estos aspectos ayudarán a mejorar el clima laboral y a fomentar el respeto mutuo entre superior y subordinados. 'Los incentivos son fundamentales. Es necesario reconocer la labor de los trabajadores tanto en el plano personal como en el de las retribuciones. En la empresa ha de haber posibilidad de promoción. Más allá de los incentivos, entendidos como recompensas, es positivo que los trabajadores confieran sentido a su actividad y se motiven', afirma Valentín Martínez-Otero.

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