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Tribuna
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Oportunidades y amenazas de invertir en China

Desde finales de los noventa hemos asistido a una acelerada evolución en las posibilidades de desarrollo empresarial en China: desde Dalian a Shanghai, de Guandong a Fujian, pero también adentrándonos en el interior del país, a lo largo del río Yangzi hasta la provincia de Sichuan, se han desarrollado polígonos industriales tecnológicamente avanzados donde muchas empresas han centrado gran parte de su producción mundial, inundando los mercados internacionales de equipos electrónicos a precios más que competitivos. Alcatel fabrica en China equipos de videoconferencia e incluso ha trasladado sus oficinas centrales para Asia-Pacífico a Shanghai, Thyssen Krupp cuenta con una planta automatizada, Matsushita produce pantallas de cristal líquido, Corning cuenta con nueve plantas de fabricación de convertidores catalíticos y fibra óptica y Fujitsu monta chips, por citar algunos ejemplos. ¿Qué han visto estas multinacionales en China?

Hace un año que, de la mano de Zhu Rong Ji y bajo la presidencia de Jiang Zemin, China entró en la OMC, exactamente 15 años después de haberlo solicitado por primera vez. En realidad, China comenzó sus reformas tras la muerte de Mao en 1976, bajo Deng Xiaopin. Hasta entonces el país había pasado por guerras y un Gobierno comunista con un modelo económico cerrado. Desde 1976 tiene a la vez sistema comunista e incipiente y controlada política económica de mercado: 'Un país, dos sistemas'.

Hay una fuerte y lineal decisión del Gobierno chino de sentar las bases de mercado y la legislación para que esa evolución sea práctica y sostenible, medidas que han sido alabadas en los últimos 10 años por la comunidad internacional (FMI, Banco Mundial, etcétera), pero que no deben ser confundidas con el modelo occidental de economía de mercado capitalista.

El gigante asiático ha sido los últimos ocho años el segundo perceptor de inversión extranjera, tras EE UU. Desde hace tres meses es el primero

¿Qué oportunidades y amenazas presenta el país bajo el punto de vista empresarial?

Desde hace 20 años el crecimiento del PIB es superior al 8%. Es un país algo menor que EE UU y cuatro veces mas poblado (1.273 millones de habitantes), con una política de control demográfico que hace que el crecimiento del PIB per cápita, y por tanto su potencial capacidad de consumo, sea aún mayor. Aunque todavía es un país cerrado: las exportaciones suponen un 23% del PIB y son superiores a las importaciones. Con la entrada en la OMC la caída de aranceles y cuotas es rápida (límite, 2005).

China ha sido los últimos 8 años el segundo país del mundo (tras EE UU) en recibir inversión extranjera y el primero desde septiembre de 2002. Es posible la inversión directa en compañías chinas y la creación de empresas con capital extranjero. El saneamiento y relanzamiento de compañías locales existentes está especialmente bien visto por el Gobierno chino. Se observa apoyo estatal a las iniciativas de creación de industrias de valor añadido. Hay incentivos especiales a la creación de infraestructuras, desarrollo de tecnología y fabricación de productos para su exportación.

La inflación no preocupa, ya que el tipo de cambio de la moneda (CNY, yuan o RenMinBi) está fijado al dólar. La sostenibilidad del tipo de cambio fijo parece también sólida, basada en el hecho de que sus reservas en divisas son muy elevadas. El volumen de reservas equivale a ocho veces su deuda a corto. Aunque parece que en un máximo de 5 años se dejará flotar y hay analistas que predicen una depreciación en torno al 30%.

Los trabajadores comienzan a tener nivel profesional elevado, principalmente en ciudades como Beijing y Shanghai. En las universidades de EE UU el mayor número de universitarios extranjeros es de chinos. Es cierto que muchos no vuelven a su país, pero algunos lo hacen y van transformando el ambiente laboral. Las diferencias salariales son importantes y coherentes con el nivel de capacitación de los trabajadores entre las zonas rurales y urbanas. Es importante tener este factor en cuenta al planificar el establecimiento de una nueva empresa.

Pero también debemos tener en cuenta que más del 50% del PIB procede todavía de empresas estatales. El Gobierno las está reestructurando y dándoles enfoque de mercado, pero el coste social puede ser elevado.

Desde la óptica financiera, hay muy pocos bancos en China, todos pertenecientes al Estado y con mala situación financiera de facto, aunque hace años que el Gobierno toma medidas para limpiar la banca. También la salida de capitales extranjeros está especialmente controlada para facilitar la reinversión en el país.

Falta por armonizar principios contables y de auditoría. Se habla de que las estadísticas no se ajustan a la realidad, por lo que es recomendable realizar estudios paralelos para la valoración de inversiones y oportunidades de mercado. Probablemente las reservas no sean tan exageradas como los datos muestran debido a evasiones de capital y corrupción.

El aparato político en China es pesado y complicado. La Asamblea Nacional Popular es el principal órgano de poder, pero en la práctica todos los candidatos deben apoyar al Partido Comunista Chino (PCC). El PCC lidera todos los niveles de la actividad política y administrativa. Es fundamental establecer buenas relaciones con la Administración para agilizar los trámites burocráticos, que podrían arruinar un proyecto de inversión.

La corrupción puede representar una amenaza al sistema político, si el pueblo chino pierde la confianza en la capacidad de sus dirigentes de controlar y mantener integrado el país. La cultura tradicional china de dar dinero en sobres rojos (Hong Bao) hace que la corrupción no sea percibida del mismo modo que en Occidente.

Otro factor es la inestabilidad social: protestas estudiantiles, represión religiosa, sectas, mafias, etcétera. El Gobierno las ha reprimido con fuerza para garantizar la estabilidad. La evolución económica ha mejorado la confianza y credibilidad de los empresarios chinos en el actual Gobierno, incluso en empresarios ideológicamente contrarios al PCC y de Hong Kong y Taiwan.

Tiene un gran peso el sustrato sociocultural en el modelo de gestión y relación empresarial. La gestión y cultivo de la red de relaciones interpersonales (GuanXi) es especialmente importante en términos de eficiencia y por encima del propio sistema judicial.

China representa una interesante oportunidad, pero también se han dado numerosos casos de estrepitoso fracaso o indefinida parálisis empresarial que ha terminado con las expectativas iniciales de los inversores.

A la hora de plantearse seriamente una incursión empresarial o financiera en China, es fundamental conocer con detenimiento las oportunidades de rentabilidad e intentar medir los riesgos en dos sentidos, los inherentes al propio proyecto y todos los aspectos relacionados con el marco económico, social y cultural del país. Lo cierto es que China es una oportunidad de la que muchas compañías ya están participando y que podría suponer un interesante reto para otras muchas empresas españolas. Dentro de cuatro o cinco años será probablemente demasiado tarde.

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